Endulcé el agua de mar para tu sed, te alquilé el cuarto menguante de la luna y como buena perdedora busqué en la cama las cosas que el amor no resolvía.
Cómo duele que estés tan lejos, durmiendo aquí en la misma cama.
Cómo duele tanta distancia aunque te escucho respirar estas a cientos de kilómetros.
Duele quererte tanto, fingir que todo está perfecto mientras duele gastar la vida (...)...
Acabe con los jardines por tus flores, inventé la alquimia contra la utopía y he llegado a confundir con la ternura la lástima con que a veces me miras.
Que triste es asumir el sufrimiento, patético es creer que una mentira convoque a los duendes del milagro que te hagan despertar enamorado.
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